Iniciando este año, para todos ustedes tengo este texto es un extracto del libro "Destino de las Almas", de Newton Michael, donde habla sobre la muerte y el duelo.
2.1. Negación y aceptación
Sobrevivir a la pérdida de un ser
amado es uno de las experiencias más difíciles de la vida. Es bien sabido que
el proceso de sobrellevar la pena implica pasar por el inicial impacto
emocional, luego vencer la negación, rabia, depresión hasta finalmente lograr cierto
tipo de aceptación. Cada una de estas etapas de inquietud emocional varía en duración
e intensidad desde meses hasta incluso años. Perder a alguien con quien hemos tenido
profundos vínculos puede ocasionar una desesperanza tal que nos lleve a sentirnos
en un pozo sin fondo del que escapar es imposible porque la muerte nos parece
algo definitivo.
En la cultura occidental, la creencia
de que la muerte representa el final de las cosas, constituye un obstáculo para
la sanación. Tenemos una cultura dinámica donde la posibilidad de perder nuestra
persona física resulta impensable. La dinámica de la muerte dentro de una familia
se puede comparar a una exitosa obra de teatro que entra en caos por la pérdida
de una de sus estrellas. El reparto secundario se debate en agonía buscando algún
cambio en el libreto. Al afrontar este enorme vacío en la historia, ocasionado por
los que se han ido, se afectan los roles futuros de los actores que quedan.
Aquí hay una dicotomía ya que cuando las almas están en el mundo del espíritu, preparándose
para una nueva vida, ríen en los ensayos para su próxima obra teatral en la
tierra. Ellas saben que todos los roles son temporales.
En nuestra cultura no nos
preparamos adecuadamente, durante la vida, para la muerte porque es algo que no
podemos arreglar o cambiar. La conciencia de la muerte comienza a roernos a medida
que envejecemos, siempre ahí, acechando en las sombras, indiferente a nuestras
creencias de lo que pueda suceder después de la muerte. Al discutir el tema de la
vida después de la muerte, a lo largo de mis giras de conferencias, he podido
ver con asombro que gentes con diferentes puntos de vista religioso comparten
el mismo temor por la muerte.
Para la mayoría de nosotros, el temor
proviene de lo desconocido. A menos que hayamos tenido una experiencia cercana
a la muerte o vivido una regresión a una vida pasada en la que recordamos la
sensación de dicho momento, la muerte es un misterio. Cuando enfrentamos la
muerte, sea como protagonista o como observador, resulta doloroso, triste y
atemorizante; las personas saludables no desean abordar el tema y con frecuencia
tampoco aquellas cuyo estado es grave. De tal forma, nuestra cultura ve a la
muerte con aversión.
El siglo XX ha sido testigo de
muchos cambios en la actitud de las personas con relación a la vida después de
la muerte; durante las primeras décadas, la mayoría conservaba la visión
tradicional de que sólo hay una vida por vivir, sin embargo en el último tercio
del siglo, en los Estados Unidos, se ha estimado que un cuarenta por ciento de
su población cree en la reencarnación. Este cambio de actitud ha facilitado en
parte la aceptación de la muerte para aquellas personas más espirituales y que abandonan
aquella creencia que después de la vida sólo se encontraba el olvido.
Uno de los aspectos más significativos
de mi trabajo en el mundo del espíritu es el aprender desde la perspectiva del alma
que parte, lo que se siente al morir y cómo ésta intenta permanecer para confortar
a aquellos que está dejando en el mundo terrenal. En este capítulo confío
validar que lo que usted siente en su interior, después de la pérdida, no es
simplemente un pensamiento de anhelo. La persona que ama no se ha ido en
realidad. Considere también lo que dije en el capítulo anterior acerca de la
dualidad del alma. Parte de su energía quedó en el mundo del espíritu en el
momento de la encarnación, cuando su ser querido vuelve al hogar encontrará que
usted ya está allí, esperándolo con aquella porción de su energía que había dejado.
Esta misma energía permanecerá allí, para unificarse con su alma cuando llegue
el momento. Una de las grandes revelaciones de mi investigación fue aprender
que los compañeros espirituales nunca se separan realmente.
Las siguientes secciones ilustran
ciertos métodos usados por las almas para comunicarse con aquellos que aman. Estas
técnicas pueden comenzar justo después de la muerte física y pueden ser muy intensas.
Sin embargo las almas que parten están ansiosas de irse a su hogar ya que la
densidad de la Tierra hace perder energía. Con la muerte, el alma es liberada y
siente libertad. No obstante, si tenemos la necesidad y como norma general, las
almas pueden entrar en contacto con nosotros desde el mundo del espíritu.
Una amplia contemplación y
meditación puede brindar una mayor receptividad de aquellos que han partido y suministra
a su conciencia un alto sentido del conocimiento. No se requieren mensajes
verbales del otro lado, basta con borrar la duda y abrir la mente para sentir
la posible presencia de alguien que ama y que le ayudará a recobrarse de la
pena.
Para más información vean:
Tambien vean una entrada anterior, con una entrevista al Dr. Michael Newton:
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